Sunday, July 29, 2012

PERÚ: 191 AÑOS DE NUEVA DEPENDENCIA (1)


Un mensaje aun vigente de José Faustino Sánchez Carrión

José Faustino Sánchez Carrión
El jueves 9 de agosto de 1822, un epígrafe en La Abeja Republicana, el periódico rebelde dirigido por el patriota jacobino peruano, José Faustino Sánchez Carrión, rezaba:

Sr. Editor.- Acabo de llegar de Utopía, y he traducido y transcribo á V. El siguiente retacito de una obra que por allá es muy común, y aquí parece que no se huele —Queda de V.— El amigo de sus conciudadanos.

A continuación se lee:

Nec Marius, nec Sylla, nec Caesar.

(Ni Mario, ni Sila, ni César, es decir, no a los dictadores que se alcen contra las libertades, ya sea que proceda de las filas populares u oligárquicas. Nota de editor).

Prosigue el artículo, que transcribo en su totalidad, tal como aparece en el original, incluídos los errores ortográficos:

“Cuando los pueblos largo tiempo esclavizados, sienten, en fin, la necesidad de resarcir sus derechos para cicatrizar las llagas del Estado, sus esfuerzos solo consiguen las mas veces endulzar instantaneamente sus padecimientos. ¿Han roto á medias el cetro de fierro con que se les ha gobernado? La pequeñez de sus miras no les permite extenderse mas, se detienen fatigados de las conmociones violentas que los han agitado; creen haberlo hecho todo, pero bien presto el déspota astuto suelda el cetro que se deja en sus manos, y se hace tan absoluto como ántes ¿Tienen el corage de continuar la tormenta, de soportar todas las privaciones, todas las calamidades inseparables de las grandes revoluciones? El trono de su opresor se desploma, á la verdad, al ruido tremendo de las cadenas que se rompen; pero por no saber donde deben detenerse, por no conocer las empresas de la artificiosa ambicion, pasan bajo un nuevo yugo: no han hecho sino mudar de amos.

En vano un pueblo así libertado espera fijar en su seno los manantiales de la dicha: en vano se lisonjea de encontrar el goze y la seguranza de los derechos de cada ciudadano á la sombra de leyes protectoras!... La felicidad, como una sombra lijera, se escapa sin cesar á sus abrazos. Flotando al antojo de las pasiones de los que le gobiernan, se hace el juguete de su codicia. Arrastrado por los partidos opuestos, cree lanzarce hacia el objeto de sus esperanzas, obtener el precio de sus trabajos, de sus penas y de su sangre, cuando no marcha sino bajo el estandarte de la intriga á una nueva tiranía. El combate ya por Pompeyo, ya por Cesar, y jamas por sí mismo. Si no es vejado por un rey, y sus ajentes lo es por tribunos, senados, procónsules, funcionarios dedicados á los diferentes partidos: la vara de fierro con que se le despedaza, no hace sino mudar de mano: al silencio de las tumbas, que produce el despotismo, sigue el ruido de las facciones. La Patria en el borde de su ruina les presenta en vano el ramo de oliva, la venganza lo rechaza bajo especiosos pretestos, el crímen sucede al crímen, ó bien solo se vé una calma engañadora, que el cipres fúnebre no tarda en cubrir con su sombra.

¿Será preciso pues renunciar (a) la esperanza de ser libres? Será preciso repudiar la libertad, cuando comienza á sonreírsenos y mirar como inútiles todos los esfuerzos que se han hecho para conseguirla? No sin duda!... ¿Pero qué brújula mostrar al pueblo para indicarle su ruta? ¿Qué áncora arrojar para que el bajel del Estado se fije en medio de la tormenta?... La instrucción. Yo no veo otra. Yo sé que una Constitución bien ordenada es un baluarte de la libertad pública, pero es preciso al menos ordenarla bien. Por buena que sea, tendrá siempre vicios, que á la larga causaran su ruina. Es necesario instruirse para conocerlos, y correjirlos. No debe ignorarse, como el ambicioso, dispone los resortes secretos de su intriga para conseguir sus fines, y como se hace chocar en sus proyectos. ¿Y que importa se hayan fijado sólidamente los fundamentos de un gobierno, si el resto del edificio no corresponde con exactitud, ni asegura una garantía cierta? ¿si los individuos encargados de velar en la seguridad general pueden atacarla impunemente?

¡Pueblo que tuviste el valor de sacudir las cadenas con que te abrumó la tiranía; tú las rompiste con audacia! Pero si no aprendiste á conducirte en la carrera difícil que quieres seguir, á conocer tus defectos, á arreglar tus inclinaciones, y leer en los tortuosos repliegues del corazón humano; sabe, que el ambicioso, que el intrigante, que el hombre codicioso, son los que te rodean, y te espian. Yo los veo sonreirsete, acariciarte, exáltar tu valor, captar tu confianza, arrojarte en el lazo que han tenido bajo tus pies. Tu los percibes, en fin, cuando ya no es tiempo. Al recordar, te hallas enlazado en las redes de nuevos amos, y tus brazos están cargados de cadenas quizá mas pesadas aún”.

El amigo de sus conciudadanos, es decir José Faustino Sánchez Carrión quien, luego del 28 de julio de 1821, trascendió diciendo que el Perú solo había “cambiado mocos por babas”,  envía desde la lejanía del tiempo un mensaje vigente para los peruanos de hoy en estos tiempos en que Ollanta Humala, un traidor a sus promesas electorales, nos muestra que nada ha cambiado en el Perú desde que Fujimori y Montesinos entronizaran un sistema de cleptocracia privilegiando los métodos mafiosos y corruptos que es como se manejan los negocios de las grandes empresas privadas que operan en el Perú. Nada ha cambiado desde que eramos gobernados por virreyes.

Cabe.

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