Friday, April 29, 2011

Caras, Caretas y carotas

La revista Caretas, en su última edición, estampa un titular en el pecho de la hija del preso por ladrón y genocida, Alberto Fujimori: "Hasta aquí nomás".

Esa portada muestra el rencor que aun siente una parte de la burguesía peruana contra el dictador que osó ponerla de rodillas primero y comprarla después. Una dictadura siamesa con dos personajes siniestros, Fujimori y Montesinos, que no sólo vestían iguales, corbata incluída, sinó que fueron desde el principio hasta el final —sin duda continúan siéndolo— cómplices de todas las fechorías de su era.

El fujimontesismo acabó con las industrias sin futuro de una mediocre burguesía. Convirtió en cementerios los parques industriales que se extendían por las Avenidas Argentina, Colonial y Venezuela. Poniendo el dedo en la llaga, el fujimontesinismo le hizo notar a esta excrecencia social que no estaba nacida para el trabajo, que había desaprovechado el velasquismo cuando éste intentó convertirla en clase empresarial, (en una próxima nota detallaré más al respecto), que mejor era que se rindiera a la burguesía chilena preparada empresarialmente por los Chicago’s Boys, y se dejara liderar. Así ganaría más que empezando de nuevo.

El caso de Hurtado Miller es referencial. Ingeniero agrónomo y economista, fue parte del gobierno de Fernando Belaúnde Terry, como director del Banco Agrario, luego del Banco Central de Reserva y también Ministro de Agricultura. Como buen empresario privado, Hurtado Miller, se apropió de 10 millones de dólares de la Caja de Pensión Militar, Montesinos no sólo lo liberó de la acusación de peculado que pesaba sobre él, perdonándole la deuda, sino que además le posibilitó otros dos millones de dólares. Las investigaciones revelan que Hurtado Miller, para garantizar esa operación, dejó en prenda un inmueble que valorizó en 12 millones de dólares, siendo que la tasación real era de sólo dos millones de dólares.

Cuando este caballero se convenció que en la política “la plata llega sóla”, intentó la alcaldía de Lima para lo cual la generosidad de Montesinos no tuvo límites. Recibió contante y sonante una suma de alrededor de 334 mil dólares para financiar su campaña y contratar asesores entre los cuales destacó la supuesta periodista “independiente” Rosa María Palacios.

Los desfiles a la salita del SIN donde operaba Montesinos incluyen a la casi totalidad de “grandes empresarios peruanos” comenzando por el propio Dionisio Romero que también recibió favores del “doc”, entre los que se incluye la vista gorda para operaciones de lavado de dinero del narcotráfico a través del Banco de Crédito, acusación hecha en diversas oportunidades por el periodista Herbert Mujica Rojas, sin que el poder judicial haya hecho nada por sentar en el banquillo a tan poderoso señor. Por el contrario, Mujica ha recibido amenazas de diverso orden hasta contra su integridad física.

Esta burguesía peruana que besaba las manos de Montesinos y salía de la salita del SIN, debió odiar en el fondo a quien debiendo ser su mayordomo se comportaba como el capataz de fuerzas económicas que invirtieron las antiguas relaciones entre Perú y el vecino del sur. Chile que durante el Virreynato apenas fue una capitanía general de Puertos, terminó colocando al Perú de los Hurtado Miller, Grupo Romero, Delgado Parker (“las deudas se olvidan y no se pagan nunca”), en una “service” de la burguesía chilena.

La entrega de Hurtado Miller, luego de 10 años de clandestinidad, recuerda el destino, la cárcel, que debiera merecer la casi totalidad de esta burguesía que pasó por el SIN, por eso es que ahora, ante el susto de las elecciones y el regreso del fujimontesinismo, mediante Caretas pretende ponerse una máscara de dignidad.
Lo curioso del fastidio y de la bronca de Caretas es que el mensaje de “Hasta aquí nomás” no va dirigido sólo para la Kako Fujimori. También es una advertencia para Humala. Si es que este candidato desea el apoyo que necesita para ser presidente del Perú: que mantenga la Constitución y la política económica diseñada por el fujimontesinismo.

Es decir que mantenga las bases que pregonan la ineptitud de la atorrante burguesía peruana por la que Caretas hoy saca la carita y la carota.

Qué cosa tan ridícula es el capitalismo peruano ¿no?

Cabe