Friday, May 6, 2011

¿Estado, estatismo… puaj, qué asco?

“El Estado no puede estar a cargo de nada, porque es un pésimo administrador, además es corrupto” esta es una frase que podría ser suscrita por Roque Benavides, un personaje de quien se dice tiene mucho poder político aunque no se sabe porqué, porque nunca nadie lo ha elegido para nada. Lo que si se asegura es que él es uno de los que echa a andar la plata que llega sola a los políticos como alegremente lo afirma, Alan García.

De hecho, varios congresistas ya fueron electos para servir en el Congrezoo no como representantes del pueblo sinó como empleados-otorongos de tan poderoso señor. La reciente hazaña de don Roque, magnate minero fujimontesinista, es poner “la suya” para el Plan Sábana, que ya está en acción como denuncia el diario La Primera, con el objeto de demoler con una campaña de terrorismo psicológico al candidato de Gana Perú, Ollanta Humala.

La frase contra el Estado también la asumen diariamente, en los “miedos de comunicación”, Rosa María Palacios, Jaime Althaus, la Chichi... Jaime Bayly… aunque a éste último, si le “revientan la mano” es capaz de cambiar de opinión como una gelatina que se acomoda a cualquier molde. ¿Cómo es? ¿Cuánto hay?

Lo que no nos dicen tan mentados e ilustres personajes, es que el Estado es ineficiente y corrupto porque precisamente está administrado por funcionarios salidos de las mismas empresas privadas que, en ese Estado, tienen la sartén por el mango.

Tomemos un ejemplo: Arturo Woodman Pollit, "el colorado". Un carismático ingeniero, que alguna vez patoteó con el izquierdista Gustavo Mohme, fundando la empresa contratista Woodman & Mohme, destacando como un empresario exitoso. Muy eficiente, disciplinado y certero. Cuando el grupo Romero llegó a su alto vuelo, Woodman, fue uno de los brazos derecho de Dionisio Romero, el “zorro” de los de arriba.

Con el correr del tiempo, Woodman se afilió al fujimorismo sin carnet y estuvo en la movida de las privatizaciones que dejó en la calle a miles de trabajadores. En el 2006, fue candidato a la vicepresidencia de la república, teniendo como cabeza de lista a la Lulú, perdedora de cuanta contienda electoral se ha presentado. ¿Cómo llegaría a presidenta del PPC?

Luego de perder las elecciones, por esas cosas raras que se producen en el Perú en el que la derecha siempre pierde en los votos pero nunca pierde el poder, Woodman ganó su “premio consuelo” como presidente del IPD. Ya convertido nuevamente en alto funcionario de Estado, decide la remodelación del Estadio Nacional.

Una discutible remodelación. Porque Lima necesita más bien un estadio mejor localizado con amplios lugares para el desalojo de la gente y el estacionamiento de vehículos. Pero, en fin, este raro y desfasado proyecto se impone a comienzos de 2008 “si o si”, como todas las movidas raras y chuecas del gobierno de García. Preguntado entonces (La República 27 de abril de 2008) por el costo de la remodelación, los técnicos del IPD presidido por Woodman aseguraronn que el cambio de rostro costará “12 millones de dólares, ni un centavo más”. Alrededor de 33 millones de soles.

Han pasado tres años desde entonces y en un reportaje (Perú 21, 30 de marzo 2011), el ex-brazo derecho del grupo Romero nos informa que ahora el costo será de algo más de 200 millones de soles, es decir más de 70 millones de dólares. ¡Casi 6 veces el costo que supuestamente “ni un centavo más” nos iba a costar a los peruanos!

Cabe la pregunta, si el colorado Woodman le hubiera presupuestado a Dionisio Romero un proyecto en 12 millones de dólares y al cabo de tres años le informa que costará 70 millones… ¿Cual hubiera sido la respuesta del zorro Romero?

¿Como es posible que un brillante y responsable ejecutivo de la empresa privada al convertirse en alto funcionario del estado caiga tan bajo?

Por eso, como diría Roque Benavidez el Estado da asco. Pero no por sus razones, sinó porque descubre el verdadero manejo de las empresas privadas, que tienen dos caras así como dos libros de caja para sacarle la vuelta al pago de impuestos, sobre-explotar a los trabajadores, apropiarse por lo bajo y por lo alto de los recursos del Perú, y que ahora entre gallos y medianoche, por encima del voto popular, están conspirando con los medios mas putrefactos, como ellos mismos, para decidir quien debe ser la próxima presidente.

Porque el Estado, como su democracia, no pertenece a los peruanos. Es de ellos, por ellos y para ellos.

¿Quienes son ellos?

Los empresarios privados. Privados de moralidad. Intachables para los medios de prensa… que son suyos por supuesto, pero en la oscuridad en la que se agazapan son unos mafiosos, corruptos, tramposos y que están apostando con todo a quien mejor los representa en su criminal mendacidad: Keiko Fujimori.

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