Friday, May 18, 2012


La administración Humala: los mismos mocos, las mismas babas

En el Perú no ha cambiado nada con la llegada de Ollanta Humala a la administración del Estado. Los recientes “cambios” ministeriales confirman la idea de que el estado oligárquico que monopoliza el poder, tiene una increíble capacidad de reproducción. Como los Gremlins esos monstruos creados por la comedia de horror producida por Spielberg.

En el caso de los Gremlins estos se reproducían al contacto con el agua, en el caso peruano, en el Estado recreado por el fujimorismo bajo la constitución preparada por el mismísimo Montesinos, los funcionarios estatales patronales, propatronales, corruptos y mafiosos se reproducen “mojándose”. “La plata viene sola”, sólo para ellos por supuesto, tal como cínicamente afirma Alan García.

¿Qué es el Estado?
De acuerdo a Marx, “El Estado no es el reino de la razón, sino de la fuerza; no es el reino del bien común, sino del interés parcial; no tiene como fin el bienestar de todos, sino de los que detentan el poder; no es la salida del estado de naturaleza, sino su continuación bajo otra forma. Antes al contrario, la salida del estado de naturaleza coincidirá con el fin del Estado. De aquí la tendencia a considerar todo Estado una dictadura y a calificar como relevante sólo el problema de quién gobierna (burguesía o proletariado) y no el cómo”.

A lo largo de la historia del Estado burgués, que abarca un largo período de gestación hasta su consumación en república moderna nacida de la revolución francesa, esta institución ha ido variando su estructura dependiendo del país de que se trate gobernando la sociedad de maneras diversas, se trate de la metrópoli imperialista, o de sus subordinados países coloniales o semicoloniales, y en éstos últimos dependiendo de sus características productivas y de las relaciones de las fuerzas sociales de cada país el estado se acomodaba a cada realidad.

El arquetipo del Estado global
Sin embargo, a partir de la era de la globalización, los Estados van convergiendo hacia un arquetipo en el que prevalece un patrón ejemplar, no en el concepto de Platón, según el cual, las cosas existen eternamente en el pensamiento divino, sino en su encarnación que sería el mercado.

Convertido en el pensamiento único del sistema liberal capitalista, el mercado está convertido en un ente, como una persona, superior a las demás, que impone las normas de conducta social, en base a leyes económicas precisas que, sin embargo, están determinadas por elementos de control mental que, a su vez, determinan y perpetúan el comportamiento social.

¿Ya no existe el pueblo?
Es desde este punto de vista, que la sociedad ya no se divide en clases sociales, sino en productores y consumidores. El concepto “pueblo” que tantos réditos dio en el pasado a la burguesía, cuando ésta intentaba adueñarse del poder, hoy está sustituido políticamente por el concepto “público”. Se percibe en las campañas electorales, especialmente en las del primer mundo, en las que los candidatos ya no se refieren al pueblo, sino al “público”.

La evolución del propio capitalismo ha conducido a la presente situación. Como fue estudiado, el capitalismo se inició teniendo como objetivo la mercancía. El dinero servía al objetivo de la producción de mercancías. Luego fue que la producción de mercancías posibilitaba el nuevo objetivo: la acumulación de dinero.

Dinero, más dinero, más, más…
Con el paso al capitalismo financiero, el dinero se reproduce a sí mismo, exacerbando la tendencia del sistema a la concentración de capitales en unas pocas manos, que el movimiento mundial de los indignados, especialmente Ocupar Wall Street, denuncia como el 1% de la población mundial. El otro 99% vendría a ser el de los despojados.

En la base de la “sobreproducción” de dinero, sea el euro, el dólar o el yen, se encuentra la desvalorización del mismo. Esta es la causa de la crisis en los países “ricos” de la que aun se salvan los países “pobres” porque en éstos últimos sus ingresos aun se basan en sus “commodities”, es decir en una producción real, a la que a diferencia del pasado, las grandes corporaciones que las explotan y comercializan dan un valor más acorde con la realidad.

La respuesta global: Gobierno de trabajadores
En Italia, la crisis que pesa a nivel mundial sobre los hombros de los trabajadores, ha dado origen a una respuesta social “Fuera Monti, gobierno de trabajadores”. Lo que significa un paso enorme de la conciencia popular en la lucha por una revolución socialista.

Volviendo al Perú, donde se puede afirmar que en el reemplazo de García por Humala pareciera que se cambió mocos por babas… ni siquiera eso. Los mismos mocos y las mismas babas siguen en el poder burgués.

No hay necesidad de llevar a pasear hasta Italia la conciencia de los trabajadores peruanos, del campo, de la ciudad y de las comunidades nativas, para convenir con los peninsulares en que estamos de acuerdo en la solución: Sin militares, sin patrones, sin sus políticos corruptos ¡Gobierno de trabajadores!

Cabe/ Mayo18, 2012

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