La administración Humala: los mismos mocos, las
mismas babas
En el Perú no ha cambiado nada con la llegada
de Ollanta Humala a la administración del Estado. Los recientes “cambios”
ministeriales confirman la idea de que el estado oligárquico que monopoliza el
poder, tiene una increíble capacidad de reproducción. Como los Gremlins esos monstruos
creados por la comedia de horror producida por Spielberg.
En el caso de los Gremlins estos se reproducían al
contacto con el agua, en el caso peruano, en el Estado recreado por el
fujimorismo bajo la constitución preparada por el mismísimo
Montesinos, los funcionarios estatales patronales, propatronales, corruptos y
mafiosos se reproducen “mojándose”. “La plata viene sola”, sólo para ellos por supuesto, tal
como cínicamente afirma Alan García.
¿Qué es el Estado?
De acuerdo a Marx, “El Estado no es el reino
de la razón, sino de la fuerza; no es el reino del bien común, sino del interés
parcial; no tiene como fin el bienestar de todos, sino de los que detentan el
poder; no es la salida del estado de naturaleza, sino su continuación bajo otra
forma. Antes al contrario, la salida del estado de naturaleza coincidirá con el
fin del Estado. De aquí la tendencia a considerar todo Estado una dictadura y a
calificar como relevante sólo el problema de quién gobierna (burguesía o
proletariado) y no el cómo”.
A lo largo de la historia del Estado burgués, que
abarca un largo período de gestación hasta su consumación en república moderna nacida de la revolución francesa, esta institución ha ido
variando su estructura dependiendo del país de que se trate gobernando la
sociedad de maneras diversas, se trate de la metrópoli imperialista, o de sus
subordinados países coloniales o semicoloniales, y en éstos últimos dependiendo de sus características
productivas y de las relaciones de las fuerzas sociales de cada país el
estado se acomodaba a cada realidad.
El arquetipo del
Estado global
Sin embargo, a partir de la era de la
globalización, los Estados van convergiendo hacia un arquetipo en el que prevalece
un patrón ejemplar, no en el concepto de Platón, según el cual, las cosas existen
eternamente en el pensamiento divino, sino en su encarnación que sería el
mercado.
Convertido en el pensamiento único del
sistema liberal capitalista, el mercado está convertido en un ente, como una
persona, superior a las demás, que impone las normas de conducta social, en base a leyes económicas
precisas que, sin embargo, están determinadas por elementos de control
mental que, a su vez, determinan y perpetúan el comportamiento social.
¿Ya no existe el
pueblo?
Es desde este punto de vista, que la sociedad
ya no se divide en clases sociales, sino en
productores y consumidores. El concepto “pueblo” que tantos réditos dio en el
pasado a la burguesía, cuando ésta intentaba adueñarse del poder, hoy está sustituido
políticamente por el concepto “público”. Se percibe en las campañas
electorales, especialmente en las del primer mundo, en las que los candidatos
ya no se refieren al pueblo, sino al “público”.
La evolución
del propio capitalismo ha conducido a la presente situación. Como fue
estudiado, el capitalismo se inició teniendo como objetivo la mercancía. El
dinero servía al objetivo de la producción de mercancías. Luego fue que la
producción de mercancías posibilitaba el nuevo objetivo: la acumulación de
dinero.
Dinero, más dinero, más, más…
Con el
paso al capitalismo financiero, el dinero se reproduce a sí mismo, exacerbando la
tendencia del sistema a la concentración de capitales en unas pocas manos, que
el movimiento mundial de los indignados, especialmente Ocupar Wall Street, denuncia como el 1% de la población mundial. El
otro 99% vendría a ser el de los despojados.
En la
base de la “sobreproducción” de dinero, sea el euro, el dólar o el yen, se
encuentra la desvalorización del mismo. Esta es la causa de la crisis en los
países “ricos” de la que aun se salvan los países “pobres” porque en éstos
últimos sus ingresos aun se basan en sus “commodities”,
es decir en una producción real, a la que a diferencia del pasado, las grandes
corporaciones que las explotan y comercializan dan un valor más acorde con la
realidad.
La respuesta global: Gobierno de trabajadores
En Italia, la crisis que pesa a nivel mundial
sobre los hombros de los trabajadores, ha dado origen a una respuesta social
“Fuera Monti, gobierno de trabajadores”. Lo que significa un paso enorme de la
conciencia popular en la lucha por una revolución socialista.
Volviendo al Perú, donde se puede afirmar que en
el reemplazo de García por Humala pareciera que se cambió mocos por babas… ni siquiera
eso. Los mismos mocos y las mismas babas siguen en el poder burgués.
No hay necesidad de llevar a pasear hasta
Italia la conciencia de los trabajadores peruanos, del campo, de la ciudad y de
las comunidades nativas, para convenir con los peninsulares en que estamos de
acuerdo en la solución: Sin militares, sin patrones,
sin sus políticos corruptos ¡Gobierno de trabajadores!
Cabe/ Mayo18, 2012
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